martes, 11 de agosto de 2009

Ríe y verás
como este mundo es un magnífico lugar
Ríe y verás
como la suerte te comienza a visitar
Piensa que la vida es muy hermosa
mira el lado bueno de las cosas

Con esta cancioncilla, recibían los habitantes de Dibullywood (ese paraíso perdido) a Eddie Valiant, el detective de la película Quién engañó a Rogert Rabbit. En la versión original, en realidad cantan Smile darn ya smile, una referencia bastante oscura a uno de los primeros cortos sonoros de la Warner, y que por arte de nuestro amigo youtube lo muestro aquí.




No hay mucho que decir; Foxy y su novia son otra más de las versiones bastardas del Mickey Mouse y Minnie de Disney al igual que Mickey y su antecesor Oswald lo eran de Felix el Gato.
Los Estudios Warner aún estaban buscando sus estrellas y su personalidad. La parte del tren desbocado, enfocado desde la visión subjetiva de la novia de Foxy parece sacado del primer corto mudo que protagonizó el Conejo Oswald en 1927 y que era obra de Disney y de Ub Iwerks. 

Atención al "So long, Folks!" que suelta Foxy a sú público al final del corto, tan parecido al más moderno: " That ´s all folks" que con tanta gracia diría durante décadas el cerdito Porky.
Que una película de 1988 como Roger Rabbit haga referencia a un pequeño corto de animación de los años treinta, creo que habla bastante bien de la película y del cariño con que la hicieron los que estaban involucrados en ella. Hecha en una época en que la inserción de dibujos animados con personas se hacía para contar una historia y no para decir "mira qué bien lo hago", Roger es, según mi parecer, todo un clásico (una pena que no encuentre un video de la versión de esta canción en los años ochenta)

jueves, 6 de agosto de 2009

El caso de la canción escamoteada y convertida.

Si Laurel y Hardy son famosos en todo el mundo, seguramente uno de los países que más les quiere es Italia, allí Stanlio y Ollio, como los llaman los italianos, son tan recordados y queridos como cualquiera de los muchos cómicos grandes y extremadamente populares que el país en forma de bota ha dado (pienso en el principe Totó, por ejemplo)
Parte de ese éxito lo tienen los doblajes de sus películas, se podría hablar de todo un mundo en el que Stanlio y Ollio viven en un universo paralelo al de Laurel y Hardy, con aventuras parecidas y a veces completamente diferentes, fruto de montajes bizarros y bandas sonoras completamente inventadas frente a la original.

Un caso no demasiado extremo, pero sí bastante particular, ocurre con la película The flying deuces (1939) aquí conocida como Locos del aire y en Italia como I diavoli volanti.
Esta película tiene un momento musical típico del Gordo y el Flaco, recien enrolados en la legión extranjera, Oliver canta lo que parece una vieja canción del sur Shine on Harvest moon con el acompañamiento de una banda "improvisada", Laurel hace uno de sus bailes seguramente importados de su pasado en el vodevil.



Hay ejemplos de este tipo de cosas en otras películas, y aunque la canción es bonita, creo que este tipo de escena quedaba mucho mejor en películas anteriores como Laurel y Hardy en el oeste o De bote en bote donde la cosa parecía mucho más espontánea...

Pero he aquí la versión de Stanlio y Ollio, que cambian totalmente la canción por una tonadilla llamada Guardo gli asini che volano, la canción es bastante más divertida que la original y tiene la deferencia de convertir algunos de sus acordes en la famosa canción del Cuckoo que siempre identificó en todo el mundo a Laurel y Hardy. Stanlio y Ollio, siempre atentos, se toman la molestia de que si la canción original se queda corta, repetir el bailecito para que se ajuste en el tiempo y todo resuelto ¡Claro que sí!


domingo, 2 de agosto de 2009

En los años veinte se tomaban la comedia muy en serio. Más que nada porque si te reías podías caerte de la escalera, despeñarte por el barranco y romperte la crisma como poco.
La fotografía está sacada de The Silent Movie Blog.

domingo, 26 de julio de 2009



Sacado de la biografía del dramaturdo Pierre Corneille en Wikipedia, la enciclopedia libre:

"Al final de su vida, la situación de Corneille es tan mala, queno tiene ni para chuches" (sic)

Uno se imagina al pobre autor de Medea, por las calles de París gritando "¡mi vida por una nube! ¡Mi obra por unos oseznos de gominola"


Aquí le dejamos algunos por si quiere venir a recogerlos, son totalmente gratis, en este blog somos así:


viernes, 17 de julio de 2009



Me encanta esta rutina de Buster. Es la típica rutina que va in crescendo, un gag te lleva a otro en un ritmo constante de forma natural, casi ni te enteras, y de repente te estalla la risa. Keaton, era el maestro de este tipo de escenas; algunos de sus cortos mudos ni siquiera tienen argumento, es un dejarse llevar de situación a situación, pienso por ejemplo en Pamplinas nació el día 13, empieza con Buster intentando suicidarse, luego va de pesca, luego lo contratan para cazar un armadillo y acaba defendiendo un club de vacaciones de unos mafiosos malvados. Esto en otro cómico de la época, por ejemplo Larry Semon, sería un continuo saltar de gag en gag, pero en Buster siempre hay un algo (se llama construcción, creo) que te hace pensar que el absurdo es natural, que el surrealismo no es forzado y que pasa porque tiene que pasar.

Esta rutina que a mí me gusta tanto, es parte de la película Pest in West, de 1939. Es la primera que hizo en los estudios Columbia, y según dicen los expertos, la mejor. La Columbia estaba especializada en cortos cómicos que se hacían en cadena, muy rápidamente y de forma muy barata, el tipo de humor que se llevaba allí era violento y a veces más basado en el subrayado sonoro de los gags que en el gag en sí (sólo hay que ver cualquier corto de los Tres Chiflados) Buster no lo pasó bien en este estudio, el ritmo de producción no le dejaba preparar su trabajo como a él le gustaba, con el tiempo habló muy mal de estas películas, pero pudo darnos en ellas algunas joyas como esta que estamos viendo.

La mayoría de los libros de historia se equivocan con Buster, no fue ni el alcohol ni el sonoro lo que acabó con su carrera. Él seguía siendo el mejor constructor de gags de la historia de la comedia, como en sus películas, era el mundo que había a su alrededor lo que empeoraba, no él. Siguió creando gags tanto para otros cómicos como para sí mismo, y trabajó en lo que más le gustaba hasta el día de su muerte. Igual soy yo, pero yo no creo que eso sea estar acabado, eso es sobrevivir, lo cual en Buster era tan natural como el triunfo.

jueves, 2 de julio de 2009



Qui comincia la sventura dil signor Bonaventura.

Con este pequeño verso empezaban todas las aventuras/desventuras de un personaje de historieta que debutó en el Corriere dei Piccoli en 1917: El Señor Bonaventura; cuya indumentaria y modos podían haber sido prestados por cualquier máscara de la Commedia dell Arte.

Lunático, despistado, eternamente asombrado ante un mundo salido de un teatro de Guiñol, acompañado siempre por su simpático y curioso perrito o, a veces, por un hijo que es igual que él pero más bajito; las surrealistas historietas de este personaje acababan con la entrega de un vale de un millón, recompensa que aparecía como un regalo de la suerte, porque Bonaventura envuelto en sus propias tonterías y payasadas nunca hacía ningún esfuerzo para merecersela.

Sergio Tofano, que firmaba como Sto, era el autor de este mundo lleno de movimiento ilógico que volvía loco a los futuristas italianos de aquella época. Era además de dibujante, un hombre de teatro, dándole carne al personaje de tinta que él mismo creó. Primero, en muchas funciones de variedades en el que él aparecía como Bonaventura dibujando sus personajes como regalo al público y después con un espectáculo interpretado, dirigido, escrito y escenificado por él mismo que se llamaba precisamente "Qui comincia la sventura" y que se estrenó el 19 de abril de 1927. Es el principio de una carrera más allá de las páginas del Piccolo: cinco espectáculos teatrales, una película (en 1942) e, incluso, algunos discos. Así describe a Sto, Claudio Bertieri en la Historia de los Cómics de Toutain:

Estrafalario, Estrambótico, funambúlico y visionario, sigue siendo el máximo protagonista de la historieta cómica italiana por su vivacidad, su gracia, su inteligencia y su fantasía. Es, durante un tiempo, uno de los grandes personajes del teatro nacional.

Toda esta entrada no tendría sentido si no hubiera encontrado en youtube el siguiente video, una aparición de Sergio Tofano en la televisión italiana recreando una de las aventuras de Bonaventura. Me alegra ver como su actuación está tan cerca del payaso, afianzando mi convicción de que el payaso y el personaje de cómic de humor están muy cerca. Con esa caracterización que lo convierte en una suerte de muñeco, que podría estar la mar de cómodo con Guiñol o Mr Punch (o mejor: ¡Con Pinocho!) en un teatrillo de marionetas. Es por eso que me apetece tanto que Sto inaugure la sección de videos de este blog




martes, 30 de junio de 2009



Hace poco vi en una página de facebook que el epitafio de Molière era el siguiente:

"Aquí yace Molière, rey de los actores, en estos momentos hace de muerto y, en verdad, que lo hace muy bien".


Nunca antes había visto ninguna referencia a ese epitafio, en ninguna página web, blog, ni en ningún libro, así que imagino que será un bulo simpático, como aquel de la tumba de Groucho con el famoso "Perdone señora que no me levante" y que en realidad no existe como inscripción en la tumba del hermano Marx. Ya sé que una página de facebook no es (ni tiene que ser) lo más fiable del mundo, pero hay que reconocer que estas cosas ilusionan; parece demostrar que el ingenio humano es más fuerte que la muerte, y aguantamos mejor el hecho que nuestros cómicos favoritos puedan dejar de respirar antes que dejar de hacernos reir.

En realidad la muerte de Molière fue bastante trágica, también su entierro. Mucha gente conoce la leyenda de Molière muriendo encima del escenario vestido de amarillo (que no era extraño porque era el color que solía llevar en todas las representaciones) en medio del Enfermo imaginario. En realidad, parece ser que no murió exactamente en escena, pero allí empezó a ponerse gravemente enfermo. Según se dice, el público pensó que era parte de la caracterización y se asombraba "de lo realista que estaban siendo las toses, el color y los gestos del último acto". Al terminar la obra lo llevaron a casa y el actor y dramaturgo pudo morir en su cama.

Lo que viene después de esto lo saco del prólogo que Carlos R. Lampierre escribió para el Don Juan y el Tartufo de la editorial Alianza, pues él lo explica mucho mejor que lo podría hacer yo.

"El cura de su parroquia le niega sepultura cristiana a aquel cómico excomulgado y el arzobispo de París se toma tres días para autorizar un entierro sin latines, sin ceremonias, sin honores, en el cementerio de San José de la calle Montmatre.

Pero el que peor lo trata es el obispo de Meaux. He aquí su oración funebre, que no hubiera sido más severa si se tratase de Lutero o Calvino: "La posteridad conocerá el fin de este poeta y comediante que, mientras representaba su Enfermo Imaginario, recibió el último ataque de la enfermedad de la que murió, pasando de las bromas del teatro, entre las que exhaló su último suspiro, al tribunal del que ha dicho: ¡Ay de los que ríen, porque ellos lloraran!"

Uno necesita un chiste para contrarrestar esas duras palabras.

Si no fuera, claro, porque sabemos que el obispo de Meaux no había calculado que lo que Molière dejaba era mucho más que lo que se llevaba. El Tartufo, que tanto molestó a la Iglesia de su tiempo sigue siendo publicado y escenificado, su autor, sigue haciéndonos reir y entendemos demasiado bien de los vicios de los que se burla porque los encontramos próximos y humanos, se puede leer y ver a Molière sin llenarse de olor a naftalina, su risa será más poderosa porque estará ahí y quedará para el que quiera acercarse a ella...

Y eso es mucho mejor que un simple golpe de efecto.

miércoles, 24 de junio de 2009



Sganarelle era la máscara de Molière.

Esta afirmación en principio puede parecer poco importante, pero lo es, según se mire. Las máscaras tradicionales de la Commedia dell Arte en las que él se basó para crearlo eran, en un principio, hechas a medida para los actores que las representaban; Pantalón, Arlequín, Polichinela, Zanni, todos ellos nacieron así, sólo que la popularidad y la tradición hizo que los tipos quedaran y pasaran de unos actores a otros, de unas compañías a otras, año tras año, per secula seculorum, amén.

Así que tenemos un autor que es actor y que da vida a un personaje para representarlo y para que lo represente. Lo hace un poco a lo Franquestein, coge un trozo de aquí y otro de allí, de estas comedias que ya conoce, y según la obra, la escena o el momento necesario, Sganarelle es un poco más el pícaro Arlequín, o se parece más a Polichinela, cambiando de personalidad según le conviene, o es talmente el viejo y bobo Pantalón si da la casualidad de que la obra lo requiere y el barbudo se ha convertido en un hombre con dinero (Sganarelle aparece en seis obras de su autor desperdigadas en diversos momentos de su vida). Pero a pesar de los retazos prestados, a pesar de que Sganarelle cambia de profesión e incluso, como ya hemos dicho, de orden social, él es siempre el mismo, un hombre cobarde y egoísta que prefiere la huida activa a la resistencia pasiva.

Pero Molière no es tan superficial, Sganarelle sólo es mezquino, pícaro y aprovechado en una primera lectura. En realidad es un hombre sensible, que se comporta como se comporta por una mera razón de supervivencia. Quizás sea cobarde en el cuerpo a cuerpo, pero en el Don Juan se atreve a contradecir a su amo, pese a las amenazas, y a ser el “Pepito Grillo” de un hombre sin conciencia, quizás a veces sea egoista y aprovechado, pero en El medico a Palos casi acaba en la horca por ayudar a unos jóvenes enamorados.

¿Entonces quién es Sganarelle? Sganarelle, tal como yo lo veo, es un pícaro inocente, un cobarde sensible, un poeta sin cultivar, que ve la vida como una maravillosa aventura y que, sin embargo, es incapaz de manejarla como a él le gustaría, que se mete en líos en los que normalmente lo meten los demás y que, sea lo que sea, es un inadaptado.

Toda la tristeza y toda la alegría de Molière, algunas de sus flaquezas y algunos de sus puntos fuertes, están en este hombre que él creó, que tiene cosas que decir y que sólo las dice cuando le dejan, y al que, probablemente, después de decirlas nadie le haga caso. Sganarelle es a Molière lo que dijeron que era Monsieur Hulot a Jacques Tati, la imagen de su creador sin su intelectualidad.

Por eso, para mí, Sganarelle es la máscara de Molière, mucho más que el Tartufo o el Argán del enfermo imaginario, que seguramente sean sus dos grandes éxitos. Sganarelle es un chiste introspectivo siglos antes de que Woody Allen inventara la comedia introspectiva.

Y Sganarelle es una máscara triste y alegre, y trágicamente cómica.
Hablaremos de esto más cómodamente en siguientes artículos…

martes, 16 de junio de 2009



En nuestro trabajo hay que ser muy valiente,

porque no hay que tener miedo a quedar como un idiota

(Stan Laurel)

Debo reconocer que mi infancia está llena de recuerdos en blanco y negro, de coches que nunca llegarían a su destino porque acabarían cortados por la mitad, de casas derruidas justo después de levantadas, de miles de objetos vengándose de sus manipuladores humanos.

Y la culpa de eso la tiene Stan Laurel (y Oliver Hardy, claro)

Laurel fue el payaso tonto más perfecto que ha dado el cine. Esto se dice pronto, pero yo creo en ello como un acto de fé. Eternamente perplejo, rumiando el concepto más pequeño que en su cabeza se convierte en una verdad filosófica difícil de explicar. Capaz, por sí mismo, de levantar la tragedia más inverosímil y salir completamente ileso de ello, cayendo siempre el ladrillo sobre la cabeza de su compañero que es un tonto que se cree listo, el pobre.

“¿Te acuerdas, Ollie, de lo tonto que era antes? Ahora estoy mejor” Esto lo dice en la película Cabezas de Chorlito (1938), si un tonto como Stanley es capaz de ver su propia tontería, quizás al mundo le quede aún un poco de esperanza.

La grandeza claro, es que el verdadero Stan de tonto no tenía un pelo. Él fue el creador de muchos gags de sus películas, director en la sombra, según dicen, de muchas de ellas. Y parte de su grandeza, está también, en que siendo una persona con tanto instinto para la comedia no fuera capaz de ver, en un principio, las posibilidades de su unión con Hardy. Esto bien lo sabe Dios, Hal Roach y Leo Mc Carey, tres de los que han sido nombrados como probables responsables de la unión de la pareja cómica más importante e influyente de la historia de la comedia.

Laurel, se defendió como un tigre ante la idea de hacer de partenaire de otro cómico, y esto se ve en las primeras películas mudas que hicieron juntos. Stanley, a veces, está extrañamente resuelto, extrañamente mandón, incluso astuto, pero, de repente, vemos de nuevo la sonrisa inocente, el rascarse la cabeza ante el menor problema, el llanto infantil cuando la realidad le golpea en la cara y pensamos: “Sigue por ahí amigo, vas por el buen camino”

Es lo bueno del cine mudo, todo quedó grabado, y cualquiera que quiera aprender algo de la Historia del payaso debe volver ahí.

Como ya he dicho, Laurel y Hardy fueron los héroes de mi infancia, eternos niños en cuerpos de mayores, reprimidos por la fuerza de los adultos ya fuera una mujer mandona, un policía o cualquier forma de autoridad. Me recordaban tanto a mí mismo que aprendí a imitar sus voces (o las de sus dobladores) con sus ridículos acentos ingleses y sus ademanes a juego, comprándome incluso bombines de plástico, jugando a ser lo que hoy aún voy tratando de convertirme.

Un día como hoy nació Arthur Stanley Jefferson, para el mundo Stan Laurel.

Felicidades y gracias, maestro.

domingo, 14 de junio de 2009


¿Es esto nuevo circo? ¿Es esto arte? ¿Es esto camello?

¡Espectáculo bizarro! Pero dentro, en las casas de aquella ciudad, las televisiones escupían los gritos del comentarista deportivo al que el aristócrata de medio pelo le robó el amor de la ex actriz porno.

Y no tengo nada más que decir.

sábado, 13 de junio de 2009

El que esto escribe no se llama Sganarelle, sino que se llama otra cosa, pero ha escogido este nombre para escribir esto que está escribiendo ahora y que sin duda alguna despertará las iras de la Interpol, la Cia y una tía abuela suya que es una señora de armas tomar.

Lleva el sujeto abriendo y cerrando blogs desde su más tierna infancia, fracasando con todos ellos ante Dios y ante los hombres. Ahora abre éste que es el último y esperemos el definitivo fracaso que le disuada de abrir ninguno más.

Cree que en este blog se hablará sobretodo de teatro, de cine, de cómicos, de payasos y de saltimbanquis; le hubiera gustado abrir un blog sobre el precio tan elevado que ha alcanzado la lata de sardinas en el mercado. Pero como el que esto escribe es titiritero y no sardina, casi prefiere hablar de eso, que es de lo que él sabe, y dejar que las sardinas abran su propio blog y que dejen de dar la lata.

También hablará este blog de otras cosas, cosas que sólo le interesarán a su autor, así nadie se enfadará, ni habrá polémica, ni todas esas cosas que gustan tanto en el internete.

Escojo, sin permiso, ese retrato hiperrealista que me hizo un amigo, que no sé si querrá que diga su nombre, para presidir esta presentación y espero que se lo pasen medianamente bien con el blog, yo, por mi parte, creo que me lo voy a pasar pipa.

Pues hala, queda inaugurado este pantano.

Hasta lo que aguante.