viernes, 1 de julio de 2011

Revoloteando alrededor de pajaritos y pajarracos



Cuando tuve entre mis manos esta película de Pier Paolo Pasolini con Totò reconozco que mi primer pensamiento fue este: "Esto debe ser como si Carlos Saura o Victor Erice hubieran hecho una película con Gracita Morales"
Totò era el rey (príncipe, si atendemos al título que él mismo reivindicaba poseer) de la comedia popular en Italia; ningún cómico, desde los tiempos del cine mudo, había sido tan famoso y atrayente como para que los productores decidieran añadir su nombre al título de casi todas sus películas. Pasolini en cambio, era el gurú del cine intelectual y profundo italiano de los sesenta. La cosa podría haberse convertido en uno de esos momentos en que un intelectual usa a un cómico dándole un papel dramático y cambiando la forma que el público tenía de ver al actor. No es así, la película funciona como una comedia, una comedia surrealista, satírica y social, pero en la que Totò es más muñeco o marioneta que nunca, hace caras, y consigue hacer reír con sus ademanes y formas de decir el texto. Es desde luego una utilización de la imagen más que un cambio, y las bases están claras desde unos títulos de crédito extrañamente cantados con música de Ennio Morricone, la commedia dell arte y los cómicos de los caminos medievales.



Pensé entonces en "Film" de Beckett, con Buster Keaton como personaje principal y casi único, pero no es exactamente lo mismo, Beckett no pensó en Buster en un principio, la primera opción era Chaplin y después Zero Mostel. Cuando alguien recordó que Keaton aún seguía vivo y en activo se hizo con reticencias. Al fin y al cabo, el genio del cine mudo había rechazado el papel de Lucky en "Esperando a Godot" por no entenderlo.
Aquí es diferente, se nota que Pasolini quería a Totò en el papel y sólo a Totò, que sigue siendo el clown blanco curiosamente derrotado, el Polichinela pícaro napolitano, pero en un contexto diferente que convierte al personaje en un símbolo (en este caso una crítica de la burguesía italiana).
Me vino también a la mente la terrorífica "Vivan los novios", la película que Azcona y Berlanga hicieron como respuesta a las comedias de suecas de los sesenta y setenta. Nunca he podido verla como una comedia, quizás mejor como un relato de terror psicológico sobre los deseos reprimidos o algo así. Pensé, viendo lo que hacía Pasolini con Totò, como quizás hubiera sido más acertado haber hecho la película de Berlanga con la primera opción: Alfredo Landa (actor-símbolo que dio nombre al género "landismo") y no con Jose Luis López Vázquez cuyo punto trágico siempre me ha parecido más amargo y más oscuro.

Termina la película de Totò, él y su hijo se comen a un cuervo parlante de ideas marxistas. Y yo me quedo pensando lo chulo que hubiera sido ver una comedia surrealista en la que Gracita hiciera de criada bajo las ordenes de Saura o Erice.


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